Muy temprano
el desamor me alcanzó.
No quería abandonarme.
Creí no volver amar.
Pensé que viviría
vagando,
como un fantasma,
con cadenas al andar.
Una tarde,
muy aburrido,
te encontré
en aquel rincón.
A ojearte empecé,
sin un especial esmero.
Prendado pronto quedé
con tu elocución:
¡cómo contabas
las penas del desamor!
Ahora que te he descubierto
necesito tu cobijo.
Tu sosiego tranquiliza
mi espíritu,
a veces,
atormentado.
Tu belleza despierta
los placeres de mi alma,
y de mi carne.
Cuando estoy
sólo contigo
lo demás da igual:
Es un éxtasis,
es la POESÍA.
19 de febrero de 2016
Deja una respuesta