Un amor, un amigo (II)

 

Habían pasado meses y no había vuelto a ver a Ariadna. Sí que Manuel me había dicho que fuera alguna tarde con ellos, cuando ambos quedaban, que solía ser los viernes y sábados, aunque no todos. Yo no quería interponerme y, mucho menos, tampoco quería estar de “sujetavelas”, palabreja que no gustaba nada a Manuel.

-Tú eres mi amigo, Ariadna es mi amiga y amiga tuya también, jamás estarías de “sujetavelas”. Me decía Manuel. Incluso me decía: – si quieres, queda solo con ella.

Por mi educación, o por algún prejuicio que, como todos los prejuicios suelen estar equivocados, quizá también en este tiempo alguien diría por un rasgo machista, aunque a mí no me parece eso en absoluto, lo cierto es que no veía bien quedar yo solo con Ariadna. Chica que me había gustado mucho la tarde que la conocí, y que era en ese momento la mujer por la que suspiraba mi amigo. Aunque sólo fuera, quedar con ella para hablar como amigos, como personas que se caen bien y sienten la necesidad de verse para charlar; y aunque yo no hubiera podido quedar con ella de otra forma, aun así, no me parecía bien. Manuel y yo no sólo compartíamos piso, que no es poco, éramos realmente amigos, y yo le animaba en su relación con aquella preciosa pelirroja.

Un sábado mientras comíamos, Manuel me dijo que si tenía planes para esa tarde, y yo le comenté que quizá saliera con unos compañeros del trabajo. Que habíamos quedado todos los del grupo en el café de La Opera. Los fines de semana solíamos quedar un grupo numeroso de gente en ese bar, o algún otro por Las Ramblas, el Barrio Gótico o a veces por Gracia para ir de vinos y luego picar o cenar algo por allí. A veces acabábamos de copas hasta muy tarde.

Barcelona era un destino con oferta abundante de plazas, por lo que cada año entrábamos gente nueva a trabajar y de orígenes muy diferentes. Todos jóvenes, con trabajo después de años de estudios, y con ganas de divertirnos. Tuve la suerte de que la gente de mi promoción, en general, era gente muy sana, buenas personas, y con las que aún, tras bastantes años transcurridos, mantengo una relación de amistad, a pesar de estar a muchos kilómetros de distancia de algunos de ellos. Formamos un grupo entrañable y pasamos ratos inolvidables, tanto en el trabajo como fuera de él. Como he dicho solíamos quedar, aunque de una manera algo informal. Quedábamos en un bar concreto a una hora, y desde allí hacíamos un recorrido que casi siempre era el mismo. De tal forma que si alguien no aparecía, no se le esperaba. Ya sabía por dónde andábamos. Nadie confirmaba su asistencia, pero siempre acudíamos casi todos. De esa manera, si a alguien le salía algo distinto o no le apetecía ir, pues no iba y no pasaba nada. Nadie quedaba colgado, porque siempre estaba el grupo.

Manuel me contó que la tarde anterior, viernes, estuvo con Ariadna y que le había pedido que quedáramos los tres, que nos quería dar una sorpresa.

Pues bien, el sábado por la tarde decidí finalmente acompañar a Manuel en su cita con Ariadna.

Habían quedado en un bar en Aribau, muy cerca de la Universidad. Zona conocida por mí, pues se hallaba muy cerca de mi trabajo.

Según íbamos de camino hacia ese lugar, Manuel se preguntaba a qué se referiría Ariadna cuando hablaba de sorpresa. La había preguntado el viernes de qué se trataba, pero ella había insistido en que el sábado nos lo diría a los dos.

A mí me daba la impresión de que era una manera de incitarnos a quedar otra vez los tres. Pero también, debo de reconocer que iba pensando que quizá llevara a una amiga, e imaginaba cómo sería. Pensaba que si era una amiga de Ariadna, debía ser una chica maja, y a la vez me ilusionaba con que fuera guapa. Iba pensando que quizá pudiera ser una compañera suya de estudios; y lo genial que sería revivir el ambiente universitario al andar con dos universitarias por Barcelona. Nos llevarían a los lugares que solían frecuentar ellas, y volvería a ver ese ambiente que añoraba un poco. Ya hacía más de dos años que lo había vivido en Valladolid. La oposición había sido dura, y no salía mucho mientras la preparaba. Después de aprobar y ganarme la plaza de funcionario, y cuando sólo había trabajado un mes, tuve que hacer la mili y aunque no la pasé mal, no tenía nada que ver con el ambiente de estudiante universitario. Por eso iba contento pensando que podía vivirlo otra vez, aunque sólo fuera por un día en Barcelona.

Al dejar La gran Vía de las Cortes en la plaza de la Universidad y coger la calle Aribau se nos acercó una vespa que nos pitaba, a la vez que oíamos -¡Manuel, Alberto!

En la moto venían dos chicas, aunque con el casco puesto costaba identificarlas. Enseguida aparcaron y se bajaron de una vespa grande de color azul turquesa y de aspecto clásico. Yo no entiendo mucho de motos, pero me recordaba a la moto que tenía hacía ya muchos años uno de mis tíos, hermano de mi madre.

Eran dos chicas idénticas ¡Dos Ariadnas! Mejor dicho era Ariadna y una gemela, pelirroja como ella, pero con el pelo cortito. Pero para Manuel resulta que eran Ariadna y una gemela también pelirroja, pero de media melena.

-¡Uy, uy, uy! Manuel creo que ahí está la sorpresa ¿No sabías nada?

-Ni idea.

-¡Vamos a ver! Os voy a explicar.

Replicó Ariadna, o la que para mí era Ariadna. Yo conocí a Ariadna con media melena, pero la verdad es que de cara eran para mí en aquel momento prácticamente iguales. Sus ojos eran igual de azules e igual de expresivos. Preciosos, llamaban la atención. Daba igual, media melena que pelo corto. Las dos unas chicas realmente guapas.

-Primero deciros que esta era la sorpresa. Que esperamos que no os sintáis ofendidos. Que ahora os explicamos porqué lo hemos hecho. Vamos a tomar un café y hablamos.

Bueno yo según andábamos iba alucinando. Al final mejor de lo que esperaba. Me había quedado encantado cuando conocí a Ariadna. Sentía mucho, aunque me alegraba por mi amigo, no poder salir solo con esa persona tan especial. Tenía la esperanza de que esa tarde al menos, pudiera conocer a una amiga de ella, y esperaba que quizá fuese especial también como era ella. Y resulta que aparece una que físicamente era igual. Y que aunque sólo era un  primer contacto parecían dos almas gemelas, nunca mejor dicho.

Llegamos al bar y nos sentamos en una mesa. Pedimos los cafés y lo primero que hicieron fue presentarse. Nos dijeron que Ariadna era la de media melena. Manuel se quedó un poco perplejo. Su hermana, la de pelo corto se llamaba Gemma.

Manuel sólo había estado con Ariadna el día del metro, que fue cuando la conoció y el día que estuvimos los tres, cuando Ariadna y yo fuimos a buscarle al trabajo y luego él nos invitó a cenar.

Todas las citas posteriores de Manuel con Ariadna en realidad las había tenido con Gemma. El primer día según contó Gemma, Manuel la dijo que estaba muy guapa con el corte de pelo, aunque con la media melena también le gustaba. Gemma le dio las gracias, pero no quiso decirle nada de que era ella, y no su hermana.

Ariadna explicó que cuando conoció a Manuel en el metro quedó sorprendidísima. Desde luego pensó que había conocido a un chico especial y que valía la pena. Al sábado siguiente de conocer a Manuel me conoció a mí, y volvió a sorprenderse. Siempre pensó que las primeras impresiones son muy importantes, que la gente que te hace reír es muy valiosa para ella y no muy corriente, que es gente que vale mucho la pena. Según nos contaba los dos la habíamos hecho reír. Los dos la habíamos parecido chicos a los que que no debía desaprovechar la oportunidad de conocer. Los dos la habíamos gustado mucho, y conociendo a su hermana sabía que a ella la íbamos a gustar, pero prefería que Gemma lo viera por ella misma. Como el que llamó para quedar era Manuel, la dijo que fuera ella a la cita, y que seguro la iba a gustar.

-Nunca habíamos hecho esto, y no sé muy bien porqué lo hicimos pero el caso es que lo hicimos. Después de la primera cita de Gemma con Manuel queríamos decíroslo, pero a los dos a la vez. Y pensábamos que cuando quedara Gemma con Manuel y viniera Alberto os daríamos la sorpresa, y hasta ahora no ha podido ser.  Se nos ha hecho muy largo porque estaba deseando veros, y Gemma tenía ganas de conocer a Alberto.

– Una cosa, ¿tenéis más hermanas? -Pregunta Manuel.

– Sólo tenemos un hermano más mayor. Mis padres querían la parejita y nacimos nosotras.

Una historia de comedia y que no he podido resistirme a contarla. Era una fantasía que mi imaginación producía mientras acudía con Manuel a la cita. Desde luego empezaba a pensar que Ariadna me había dejado tocado. Mi amigo me hablaba, yo le respondía, y a la vez iba pensando en que quizá tuviera una hermana gemela. Seré estúpido. Os aseguro que nunca antes me había pasado algo así. Esto, algún tiempo después, se lo conté a Ariadna, y alguna que otra vez me lo recordaba para decirme que tenía una imaginación muy peliculera – imaginación de película ñoña, de las de antena 3 en la sobremesa del fin de semana – decía.

Retomando la historia, seguimos en el punto en que llegamos al bar donde habíamos quedado, y ya estaba allí nuestra cita con una acompañante. Nosotros éramos puntuales. A mí y a mi amigo también nos molestaba mucho la impuntualidad y no creo recordar haber llegado tarde a una cita. Pero, reconozco que en las chicas me sorprendía esa cualidad. No había coincidido con muchas puntuales, más bien todo lo contrario.

Tras la señal de Ariadna nos acercamos a la mesa. Nos dimos unos besos y nos presentó a su amiga Jose. Se llamaba Mª José, pero sus amigos y familia la llamaban Jose.

 -Qué sorpresa más guapa. Comentó Manuel

-Desde luego que sí. Dijo Ariadna, -pero esta no era la sorpresa. Ha venido conmigo Jose porque es mi amiga, y aunque no la conocíais hasta hoy,  somos inseparables.

Yo permanecía algo callado. Jose era guapa, pero al ver a Ariadna de nuevo me quedé un poco cortado. Ariadna estaba preciosa.

-Bueno chicas ¿qué sorpresa era esa, si es que no era Jose? Te aseguro Ariadna que con Jose ya basta para justificar que haya cancelado mi múltiple agenda para la tarde noche de este sábado, pero así y todo estamos Manuel y yo imaginando y …

-A ver Alberto y agenda, ¿cuándo vas a estar con dos chicas tan guapas e inteligentes  como nosotras? ¿Y con un tipo como Manuel que te quiere un montón?

-Tienes razón Ariadna. Pero la verdad es que siempre ando rodeado de chicas guapas e inteligentes. Es que no sé lo que tengo … Ni con agua hirviendo. En serio, estoy encantado de estar con vosotras, … con vosotras sobre todo. De Manuel mejor no hablar ….

-Luego decís que yo soy vacilón. Vaya par de dos vacilones. Ariadna nos ha vacilado bien con la sorpresa … -replicaba Manuel

– No os he vacilado. Hoy nos vamos de baile. Como os veo algo anticuados a los dos, y un poco de pueblo, os vamos a  llevar a bailar. Seguro que domináis el baile.

Manuel y yo nos miramos y nos reímos. Pocas cosas dominábamos, pero el baile … un puro desastre.

-Vamos a ir a un sitio emblemático de Barcelona. Siempre podréis decir que habéis estado en  La Paloma. Hoy hay un grupo que tocará música de los 60, ¡De vuestra época vamos!

No es que fuera de nuestra época, pero a mí siempre me gustó la música de esa década. A Manuel no tanto según dijo, pero luego había que verle cómo se movía y cómo disfrutó de esa noche. Todos disfrutamos.

¡Una pasada!

Ahí empezó todo …

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Fotos de la sala La Paloma de Barcelona

Una historia sencilla, que vivida resulta fantástica e inolvidable, pues sus personajes tuvimos la suerte de coincidir y conocernos. Personajes con los que a veces se puede uno cruzar, se puede coincidir en una escena de la vida, pero que conocer sólo depende de la suerte y de saber aprovechar la misma. De saber percibir que algo vale la pena y lanzarse y no dejarlo pasar.

4 de enero de 2016

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