Buenos, malos

 

 

Interpreta e interpreta.

Sigue pensando y pensando,

que sólo tú eres el bueno,

y los demás malos, muy malos.

Júzgate alguna vez:

Quizá  andes algo errado,

quizá no interpretes bien.

Los otros también lo sienten,

y pueden interpretar,

también equívocamente.

Tú no te sientes querido,

siempre piensas que te ofenden.

¿Es que crees que a los demás,

nunca molestan tus actos?

¿Por qué crees que eres perfecto,

y que los demás dan tanto asco?

Piensa objetivamente,

analiza sin prejuicios,

y perdona alguna vez.

Nadie es totalmente bueno,

pero tampoco tan malo.

Dales la oportunidad,

que hasta el más ruin se merece.

Sólo depende de ti.

Procuran ser buena gente,

aunque a veces se confundan.

Como todos interpretan.

Y por eso, quizá, hasta se molestan

y no se sientan queridos.

Algunos, sólo algunos, sois verdad,

el resto mienten y mienten.

Intenta un poco entender:

Lo importante es ser feliz.

Se merecen comprensión.

Es necesario sentir, y tener siempre presente

lo de la voz popular,

que sabiamente nos dice:

Nada es verdad ni mentira,

todo depende al final

del cristal con que se mira.

Que las cosas son así,

y hay que saber aceptar,

que la verdad, la mentira, el sentir, la pasión,

la humildad y la soberbia, la maldad, el amor

cada persona lo siente de manera algo distinta,

pero todos se merecen un respeto en esta dicha.

 

23 de junio de 2017

Desconocida

 

Hoy he vuelto a cruzarme contigo,

como casi todas las mañanas,

de camino al trabajo en la oficina.

Al principio, te miraba sin reparo.

Tú, creo, ni te percatabas.

Hasta aquel día, en que casi nos chocamos

y tus ojos se clavaron en los míos.

Desde entonces, aquella mirada con descaro,

cuando es hacia ti, se vuelve tímida.

Y aunque ansío de nuevo ver tus ojos,

mi mirada se esconde de la tuya.

Y es que, el color de tus iris me recuerda

al color del aquel cielo, casi despejado,

en los atardeceres de mi pueblo en los veranos.


12 mayo de 2017

En un rincón

Muy temprano
el desamor me alcanzó.
No quería abandonarme. 

Creí no volver amar.
Pensé que viviría
vagando,
como un fantasma,
con cadenas al andar. 

Una tarde,
muy aburrido,
te encontré
en aquel rincón. 

A ojearte empecé,
sin un especial esmero.
Prendado pronto quedé
con tu elocución:
¡cómo contabas
las penas del desamor! 

Ahora que te he descubierto
necesito tu cobijo.
Tu sosiego tranquiliza
mi espíritu,
a veces,
atormentado. 

Tu belleza despierta
los placeres de mi alma,
y de mi carne. 

Cuando estoy
sólo contigo
lo demás da igual:
Es un éxtasis,
es la POESÍA.

19 de febrero de 2016

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