Noches y noches nubladas. Algún que otro resplandor.
Con miedo siempre con miedo, en esta ciudad de horror.
En esta misma ciudad no hace tanto se vivía
de una manera normal. Apacible, muy tranquila.
No hace tanto se veía la calle que rebosaba
de gentes que sonreían.
Gentes que se respetaban.
Convivían. Compartían.
En esta misma ciudad no hace tanto se escuchaba
el bullicio de la gente. De gente que transitaba.
Del trabajo hacia sus casas.
Sus casas ahora vacías.
Sus casas ya destruidas.
De gente que iba y venía de compras, de picoteo.
Del paseo con los niños. De disfrutar de su tiempo.
No las sirenas de ahora. Avisando a bombardeos.
Ojalá pudiera verse lo que antes se veía.
Ojalá pudiera oírse lo que antes sí se oía.
Y en esta ciudad, que antes
era apacible y tranquila.
Y ahora que se ha transformado
en una enorme sangría.
Muchos ya no estarán.
Para algunos se acabó.
Otros nunca olvidarán.
Tardará mucho el perdón.
Generaciones enteras pasarán
marcadas por el horror.
La libertad, el ideario. Del pueblo la independencia.
La raza, la religión. Los derechos, su defensa.
Todo esto justifica lo de esta estúpida guerra.
Muertos y muertos. Miseria.
Sufrimiento, destrucción.
Hambre, enfermedad. Vergüenza.
Liberar al ser humano de la opresión de la fiera.
Noches y noches nubladas. Algún que otro resplandor.
Con miedo siempre con miedo, en esta ciudad de horror.
Viva el pueblo y sus derechos.
Viva, viva su defensa.
Huérfanos y más huérfanos.
Familias enteras muertas.
Todo sea por lograr de una vez
la independencia.
Aunque sea de los muertos.
Viva el pueblo y sus derechos.
Viva, viva su defensa.
15 de enero de 2016
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