La noche se echa encima. La niebla se posa en las calles. Yo transito solo. No sé adónde ir. Te fuiste muy rápido. Cuánto dolor. Cuánto llanto.
Quizá debería acompañarte. Pero tú no querrías.
Me paro en el bar de la esquina. Está casi vacío. A ti te encantaba este lugar. Te recordaba a París. Y a aquella noche que me encontraste por sus calles. Qué suerte tuve. Andaba perdido. Chapurreaba francés, pero tú, paciente y amable, me acompañaste hasta que nos cansamos de andar. Te convertiste en mi guía, en mi destino, en mi mejor momento jamás por mi imaginado. Después el tiempo se paró. Isabelle, mi amor. No tengo adónde ir. Solo te veo a ti. Siento tu suave voz en mi oreja. Siento tu caricia sobre mi hombro. Tu sonrisa cómplice cuando lloro. Solo tú, tú y yo. Te amo eternamente. Y mucho más, como me decías.
Solo diez meses. Gracias por tanto. Lo último que me dejaste, tu preciosa sonrisa. Estoy solo pero sin miedo. Ahora eres mi ángel y siento que me coges de la mano. Te amo eternamente. Y mucho más.
Albert0Blanco
15 de agosto de 2022
Deja una respuesta