En tus calles el bullicio.
En tus casas el sosiego.
Gente de sangre caliente,
siempre abierta a la amistad.
A veces sí, muy callada,
acostumbrada a algún necio.
Impresionante grandeza
hasta en sus cosas sencillas.
El puchero y su comida:
El cocido, la paella,
el gazpacho, pan amb tomaquet,
el botillo, escalivada.
La siesta y el despertar.
El sol, el mar y la tierra.
Sus piedras ya centenarias.
La fiesta y la tradición,
el arte y el sufrimiento.
Su variedad es su riqueza.
Su paciencia y su silencio,
a veces,
demasiadas veces rotos.
Y es que su historia es muy grande,
y da dirigentes torpes,
memos, malos;
rufianes y salvadores
de patrias y de ideales.
Mientras el pueblo se calla,
y algún rebaño engañado,
convencido de su agravio
se lanza contra la tapia.
Esta es la historia de siempre
que alguna vez se repite
en nuestra querida España.
Sufrimiento de una tierra
a la que no se hace daño,
ni tampoco a sus banderas.
Solo se daña a los pueblos,
a las gentes de un país,
que jamás son ofensores,
siempre sí, los que padecen
las consecuencias perversas
de los ruines intereses.
Quien engaña es quien agravia
a un pueblo que solo quiere
poder vivir sin peleas
con sus amigos de siempre.
Poder vivir libremente,
y siempre …
con dignidad.
30 de septiembre de 2017
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