El tema del cambio en la escala de valores producido en este país desde la llegada al poder del PSOE de Felipe González ha sido continuo y espectacular y es lo que ha provocado que ahora nos encontremos en una situación que realmente a mí me deja perplejo.
Acabo de oír cómo un exconsejero de Caja Madrid (Bankia) en relación al uso de tarjetas Black indica que el gasto en lencería se debe a unos camisones para su señora y a unos pijamas. ¡Qué bien!. Es una cosa comprensible y normal que una persona con una retribución muy aceptable o incluso demasiado aceptable, en este caso cercana al millón de euros, utilice dinero no declarado a la Hacienda Pública para comprar combinaciones y pijamas a su señora. Su sueldo no le debe dar más que para comer, porque claro la comida en este país está muy cara para los consejeros de Bancos y Cajas, no así para los curritos normales que no conviene que ganen mucho porque hacen subir los precios.
¡Cómo puede haber tanta indecencia!
¡Cómo puede ser que eso se diga ante los medios de comunicación y se queden tan tranquilos!
Yo soy funcionario y conozco a muchos funcionarios que jamás han aceptado nada. Alguna vez he pasado vergüenza cuando alguien me ha ofrecido un pequeño regalo. Siempre lo he rechazado, aunque en la mayoría de los casos sé que era gente agradecida con la única intención de mostrar su gratitud por el trato dispensado. Trato dispensado que, en general, cada vez se dispensa peor porque no entra en los objetivos de las distintas administraciones. Una vergüenza de la que comentaré algo en otra ocasión.
Pues bien, ahora es normal aceptar unos trajecitos, o unos viajes a Eurodisney, o que te paguen la boda de la niña. Nada, muy bien.
Mientras no te condene un juez, todo está bien.
Claro, luego resulta que al juez se le puede poner a caldo porque tiene ideas progresistas o conservadoras y entonces … que si nos persigue, que si está politizado.
Pero, ¿dónde está la ética de esta sociedad?. Por favor al personal se le paga por desempeñar una función y ya está. Para eso se le paga. Trabajo honradamente y debo honradamente cobrar y se acabó. Si hago bien mi trabajo me deben pagar lo convenido. Si además alguien me da las gracias por haberme portado bien cumpliendo con mi deber pues entonces, feliz, encantado y satisfecho cuando vuelva a mi casa al pensar que he cumplido un día más con mi deber.
Qué diferencia con estos otros personajes, amigos del presidente del gobierno, exministros, sindicalistas, recolocados en general, personajes con reputación, gestores indecentes, vividores, todos ellos consejeros que llegaban a casa sabiendo que habían timado a miles de personas cuyo error fue fiarse de estos estafadores al invertir en activos basura como estos personajes. LLegaban a casa y tan tranquilos después de timar a gente decente.
¿Qué se puede esperar de ellos? Pues nada. Por su indecencencia les da igual usar tarjetas y gastar en sus caprichoss a costa de lo que sea. Y encima van de víctimas.
¿A alguien le suenan palabras como trabajo, esfuerzo, honradez, rectitud, decencia, gratitud, honestidad, …? Por supuesto que nos suenan, pero son palabras que alguna gente prostituye cuando las pronuncia.
Sin embargo, creo y confio en una mayoría de gente que sigue teniendo claro lo que significan esas palabras y que un día cada vez más cercano echarán a estos impresentables de sus sillones y volveremos a tener instituciones, cargos y representates con dignidad, que es lo que nos merecemos y no otra cosa.
14 de octubre de 2014

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