La flor más bella que existe,
la que siempre está florida,
sin depender de estaciones,
sin depender de los climas.
La flor que todos tenemos,
la flor que se nos regala,
al menos por algún tiempo,
desde ya antes de nacer,
para que la disfrutemos.
A esa flor que siempre está
para alegrarnos la vida,
para que reconozcamos
la verdadera belleza,
la verdadera pasión,
el sentimiento de pena
y el sentimiento de amor.
La verdad del sufrimiento
y de la dedicación.
Todos esos sentimientos
los vemos en esa flor.
La flor más bella que existe,
la que siempre está florida
y que sólo se marchita
cuando algún hijo la olvida.
La flor se llama «madre»,
y debemos apreciarla
pues en este mundo nuestro,
sin duda, es de lo que más vale.
30 de abril de 2017