A MI MADRE
Cuando la noche aparece
en la mitad de mis días,
recuerdo que siendo niño
en tus brazos me cogías.
Velabas siempre mis sueños
para hacerlos realidad.
Yo casi siempre soñaba
con teneros a mi lado,
a los dos, y por igual;
a mi madre y a mi padre,
sin nunca decepcionar.
Una vida de trabajo
para que el pan y el calor
en casa nunca faltaran.
Sin transmitir nunca penas,
los dos siempre por igual;
madre y padre,
sin nunca desanimar.
Tu porfía, tu esperanza
y tu alegría;
el amor que derrochaste
siempre estarán en mi vida.
Comprendí ya desde niño
que nunca abandonarías,
que todo tu empeño iría,
en allanar el camino,
hacernos siempre de guía
y mejorar nuestro paso.
Nunca pensaste en tí,
en hacer tu vida fácil.
Siempre tus hijos primero.
Te privaste de lo tuyo
para centrarte en lo nuestro.
¡Dios mío, qué suerte tuve
de tenerte como madre!
pues hiciste el milagro
de sacarme hacía adelante
a pesar de la pobreza,
de aquella época dura.
No sé cómo reflejar,
cómo expresar mi emoción.
Intento con estos versos
transmitirte mi cariño.
Decirte madre que siempre
me acordaré de tu esfuerzo,
del amor que siempre tuve,
de lo mucho que te quiero.
27 de abril de 2017